miércoles, 14 de mayo de 2008

Crónica: Si se va Poko pero nos dejo mucho




Era una tarde de un lunes en agosto, salía con un amigo de un entreno de baloncesto. Ya había entrado la noche y de pronto salió de la oscuridad de un parque un perro un poco grande para estar solo, la primera impresión mía fue un susto tremendo por que en una tétrica oscuridad ese animal se veía espeluznante y lo único que producía era pánico. Pronto mi compañero y yo nos pudimos dar cuenta que esa terrorífica apariencia era solo superficial por que nos conmovió mucho con sus ternura, además con su cara nos decía algo como “tengo hambre y estoy cansado, ¿me pueden dar algo de comer?, yo los acompañó hasta donde sea si es necesario”. Mi compañero y yo nos miramos y nos preguntamos, “¿qué vamos a hacer con este animal?”, él ya tenía perro y en mi casa no eran amantes de las mascotas, bueno eso creía yo.

Así pasamos mucho tiempo en una acera que estaba cerca de la tienda de la esquina con el perro al lado de nosotros mirándonos constantemente, hasta que decidimos que iríamos por todos los conjuntos del sector buscando el amo del perrito. Andamos alrededor de una hora y preguntamos por muchas unidades, pero nadie nos dio respuesta; en ningún lugar reconocieron al perro. Ya estaba muy tarde y estaba cansado así que decidí quedarme con él mientras le encontrábamos el dueño. Aunque eso conllevara conflictos en mi casa. Le compramos una bolsa de concentrado y camino a casa pensamos en que debíamos ponerle un nombre; una ardua tarea pues parecía que los dos carecíamos de algo de imaginación, hasta que se me ocurrió una combinación de nuestros dos nombres. Mi compañero le dicen Posso y yo me llamo Carlos así que pensé en Capo o Poca, pero el primero era muy feo y el segundo era para perra, así que decidimos ponerle Poko.

Llegué a mi casa con un poco de temor porque no sabía si se podría quedar allí. Cuando mi mamá abrió la puerta de la casa lo primero que pensó fue que era muy grande, le dije a mi mamá “mira, te presento a Poko” y ella me respondió sin titubear y con un pánico “Poko pero es como bastante no?”. En ese mismo momento le brindé agua y concentrado, Poko se los devoró como si no hubiera comido en días. Apenas terminó se acostó en el piso muy agitado, todo el trote que seguramente le había tocado en el día no era para un perro como él, que no era callejero por que se notaba bien mantenido, estaba gordo y acostumbrado a comer concentrado. Así empezó una experiencia más con una nueva mascota, los días iban pasando y más nos encariñábamos todos con Poko.













Estuvimos muy pendientes de Poko en su estadía por nuestra casa, le dábamos comida tres veces al día, lo alcanzamos a bañar y así mismo lo sacábamos a pasear alrededor dos o tres veces al día. Poko es una ternura completa, además de que es muy manso y para nada agresivo, siempre hacía caso a lo que se le decía y no hacía sus necesidades dentro de la casa siempre y cuando lo sacáramos al parque. Poko dormía debajo de mi cama y una madrugada me despertó más o menos a las tres de las mañana, pensé que Poko no podía dormir pero no era así. Mi sueño era tan profundo que le abrí la puerta para que me dejara dormir, pero lo que él quería era hacer sus necesidades, y como no lo saqué lo hizo en la sala de la casa. Cuando me di cuenta, Poko me miraba con vergüenza pues seguramente él no lo quería hacer, pero no se pudo aguantar más y le tocó hacerlo en la sala.

A las dos semanas de tener el perro encontramos una señora del servicio que tiene una hija a la cual le fascinan los perros, así que le preguntamos si ella quería adoptar al perro porque en mi casa definitivamente estaban a punto de estallar. Los pisos estaban muy sucios y no se podía barrer ni trapear pues si el perro pasaba volvía a ensuciarlo todo, tocaba encerrarlo en el patio pero cuando lo hacíamos se portaba muy desesperante, además la casa estaba agarrando un leve olor a perro el cual le desagradaba.

Y así fue, la señora de servicio y su hijita, a la cual le fascino el perro, llegaron un domingo con el carro de un familiar en el que podían llevar el perro. Poquito se renegó mucho para subir al carro, él presentía qué era lo que estaba pasando: esa era la ultima vez que nos veríamos y los dos estábamos muy nostálgicos por eso, en ese momento me inundo un sentimiento melancólico que me hizo recodar todos los buenos momentos que había vivido en ese poco tiempo junto al perro, pero tuve que aguantarme toda esa nostalgia porque por mucho que quisiera a Poko; no era posible que se quedara más en mi casa.

Sin embargo ocurrió algo que se podría considerar como un milagro; mi mamá vio el miedo que tenía Poko de separarse de nosotros, mi enorme tristeza y la frustración de l señora por no podérselo llevar, así que le dijo a la señora que se moría de la pena pero que era mejor que no se lo llevaran




Tener una mascota implica una gran responsabilidad, hay que tener los recursos para mantenerla, brindarle todo el amor que se pueda, estar dispuesto a atenderla cuando sea necesario muchas de esas cualidades estaban en nuestro hogar y aunque todo parecía que iba a tener un final tétrico, termino muy feliz con Poko devuelta en casa.


FIN…